El texto analiza la persistente brecha salarial de género en la Unión Europea y el proceso de transposición de la Directiva de Transparencia Salarial que busca corregirla. A pesar de la fecha límite de junio de 2026, el progreso en la implementación es limitado, con la mayoría de los estados miembros realizando solo trabajos preparatorios o transposiciones parciales. Una limitación clave identificada es la escasez de evaluaciones gubernamentales sistemáticas, lo que restringe el conocimiento sobre los impactos a medio y largo plazo de las políticas implementadas. No obstante, la evidencia disponible sugiere que las medidas más efectivas implican la divulgación activa de información detallada sobre la remuneración a los empleados. Adicionalmente, la difusión pública de los informes de brecha salarial amplifica los efectos positivos al generar escrutinio, lo que presiona a las organizaciones a abordar las disparidades de manera proactiva.